Ayuntamiento de Berzocana

Berzocanieg@s. San Fulgencio

Berzocaniego de adpción es sin duda este honorable personaje.

 El glorioso prelado y sagrado doctor español san Fulgencio, nació en Cartagena en torno al año 540. Hijo de Severiano y Túrtura. Su padre fue un noble visigodo, ilustre capitán del ejército de aquélla provincia.

San Fulgencio fue el segundo de los cinco hermanos, cuatro de los cuales fueron considerados santos por la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Católica Ortodoxa. Sus otros hermanos canonizados son San Isidoro, San Leandro y Santa Florentina. Todos ellos son conocidos como los Cuatro Santos de Cartagena.

San Fulgencio nació en Cartagena en torno al año 540 y pronto su familia se traslada a Sevilla. En dicha ciudad serían arzobispos sus hermanos San Leandro y San Isidoro.

San Fulgencio fue Obispo, ocupando la sede de Écija y, en dos ocasiones, la de Cartagena. Hombre elocuente y un gran orador, Recaredo le encomendó diversas misiones para su reino. Fue considerado un hombre sabio, siendo elevado al rango de Doctor de la Iglesia en 1880 por Pío IX.

Instruyóse desde su mocedad en las lenguas griega, hebrea, siriaca, itálica y latina, y salió tan aventajado en las Letras sagradas, que alcanzó entre los españoles el grado de doctor. Defendió con tanta erudición y elocuencia la divinidad de Jesucristo, que muchas veces dejó a los herejes arrianos avergonzados y corridos.

Por esta causa fue desterrado de Sevilla por orden del rey, y padeció gravísimos trabajos de hambre y sed,  y encerrado en un calabozo de Cartagena, donde ni aun se le permitía mudarse la ropa que llevaba puesta. Desde la cárcel animaba con sus cartas a los católicos, para que defendiesen, aun a costa de su sangre si fuese menester, la verdad infalible del artículo revelado en las Santas Escrituras.

Exhortaba a su sobrino Hermenegildo a morir por la fe, antes que abrazar la herejía del rey Leovigildo, su padre, que le amenazaba con la muerte; diciéndole que por ningún respeto de hijo había de rendirse a la voluntad de su padre hereje, con tan grande detrimento de la honra de Dios, que le atormentaba ya con gritos, alaridos y tanta ruina de la religión católica y estrago de toda la nación.

Murió mártir el hijo; y el padre, viéndose acosado de terribles dolores, se movió a penitencia, aunque no lo suficiente para la salvación, mandando a Recaredo, que oyese como a padre y obedeciese a Leandro y Fulgencio, que resplandecían como antorchas de la Iglesia de España.

Sosegada la persecución por muerte de Leovigildo, autor de tempestad tan deshecha, mudaron de semblante las cosas de España, cuando recibió el gobierno del reino Recaredo, el cual dio orden de que .fuesen restituidos a sus iglesias los obispos y celosos varones católicos desterrados de ellas por su padre; con cuyo motivo volvió a Sevilla san Fulgencio con grande júbilo de toda la ciudad, que le recibió como ínclito defensor de la fe de Cristo.

Abjurando después Recaredo el error arriano en el concilio de Toledo, toda la nación se convirtió a la verdadera fe. Gobernó san Fulgencio, con admirable solicitud las iglesias de Sevilla, Ecija y Cartagena; escribió muchos libros llenos de celestial sabiduría y de aquélla gracia que derrama el Espíritu Santo sobre los doctores de la Iglesia; y lleno de méritos y virtudes,

Asistido en su último trance por san Braulio, obispo de Zaragoza, y Laureano, obispo gaditano, entregó su alma preciosa al Señor. Las diócesis de Cartagena y Plasencia le veneran como a su patrono; sus reliquias se conservan en la iglesia de San Juan Bautista de Berzocana y algún resto menor en la Catedral de Plasencia, Murcia y en el Escorial.

ORACIÓN

   Oh Dios, que escogiste para tu pueblo como ministro de la eterna, salud al bienaventurado Fulgencio, rogámoste nos concedas, que tengamos por intercesor en los cielos, al que tuvimos en la tierra por doctor y maestro de nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.