(Autor anónimo)
Berzocana es una pequeña localidad situada en la parte occidental de los montes de Toledo, zona denominada Las Villuercas; por lo tanto al Este de la Provincia de Cáceres, al igual que de la Ruta de la Plata (Vía Romana).
El lugar del hallazgo se denomina Cuesta Quemada, sita en una de las laderas de la dehesa Valhondo a 5 km. de Berzocana.
Los restos arqueológicos fueron hallados de una forma casual, al dejar al descubierto, las aguas que discurrían por un camino, unos trozos de "tégulas". En principio, se exploro el terreno pare decidir donde se iban a iniciar unas primeras excavaciones de tanteo, para determinar los lugares más apropiados donde comenzar los trabajos.
En esta exploración se descubrió una lancha de piedra, a ciento cincuenta metros al Norte del descubrimiento de las tégulas antes mencionadas, que podía pertenecer a la cubierta de una sepultura, por lo que en ese lugar se decidió trazar unas cuadrículas pare iniciar los trabajos, dividiéndose el equipo para trabajar en otras cuadrículas, que trazaron en el lugar de las tégulas.
En dicho lugar, se apreciaron cimientos de habitaciones; se encontró un hogar de forma cuadrada, limitado por cuatro piedras de pizarra clavada en el suelo y el interior formado por una losa de barro cocido, perteneciente al poblado que allí existió.
Los poblados se fundaban mediante una ceremonia religiosa cuya práctica consistía en que una vez escogido el lugar de localización del futuro poblado, el sacerdote, trazaba con su vara en el suelo dos rayas perpendiculares, una de norte a sur, y otra de este a oeste, las que con otras rayas encerraba un espacio cuadrado (templum) y que quedaba por aquéllas, dividido en cuatro partes iguales. Con arreglo a ese trazado que debía de quedar en el centro; el sacerdote hacia luego el más amplio cerco de la ciudad, abriendo los surcos con un arado de bronce.
El punto de intersección de las dos líneas era donde el sacerdote se colocaba, dando lugar a las dos grandes calles del poblado, que cortándose en ángulo recto, le dividían en cuatro partes. La línea que iba de norte a sur se denominaba "cardo", la trazada de este a oeste, "decumanus". En el punto de intersección debía establecerse el "foro".
Una serie de lineas, pa~alelas a dichas calles principales, daban por resultado otras calles secundarias y por lo tanto a manzanas cuadradas o rectangulares. Tal fue, en teoría, el trazado perfecto de un poblado romano. Pero exigencias topográficas obligaron a que en muchos casos fuese irregular, además de que pocas veces podía hacerse en un llano o donde no hubiese habido una ciudad anterior (municipia).
En las calles, junto a las casas, son frecuentes los pozos para recoger las aguas de la lluvia; en previsión de que rebosasen, había unos canales hechos con dos hileras de piedra, que atravesando la acera de la calle vertían en el arroyo.
Junto a uno de los trozos de pared, que se hallaron a unos 15cm de profundidad, se encontró un lingote de plomo (fig 1) similar a los hallados en Mallorca y en otras zonas del litoral Mediterráneo, a los que se da el nombre de "galápagos" debido a la forma de caparazón que por uno de los lados tienen y por su parecido al galápago.
Dicho lingote es, hasta el momento el más grande de los encontrados en la península Ibérica con un peso de 37 k y medio.
La fundición de estos galápagos esta hecha con moldes, que se suponen eran de arcilla refractaria cocida a altas temperaturas, los cuales llevan en el fondo una matriz en relieve, en forma de cartela apaisada, sobre la cual iba grabado el nombre, en hueco. La fundición tenía lugar en varios tiempos, a juzgar por las distintas capas que se aprecian en la masa de los lingotes.
Estos lingotes confirman, que en el siglo I, la casi totalidad de las minas las poseía el emperador, como en Britania; pero en Hispania el régimen de explotación era diferente, como lo indican los lingotes de Mallorca. Los explotadores ponen su nombre sobre los lingotes, porque ellos producían el metal, pero ese metal, pertenece al emperador.
En estas cuadrículas, donde se inició la excavación, es donde existieron las habitaciones de la villa que allí se construyeron.
Se encontraron además abundantes restos de vasijas y trozos de tégulas (fg.2) debajo de algunas de ellas aparecieron algunos trozos de carbón, lo que nos indica que el poblado o villa fue incendiado; así mismo se encontró un clavo de 10 por 2 cm.
En lo que es la necrópolis o cementerio, se empezó a quitar una primera capa de tierra, de 15 cm. aproximadamente por considerar que dicha capa había sido removida por los arados, durante muchísimo tiempo, y no se encontró nada interesante. Inmediatamente se empezó a descubrir grandes lanchas de piedra que cubrían sepulturas. Una vez excavada la primera cuadrícula de 8 por 8 metros, se continuó en otra cuadrícula de las mismas dimensiones con el fin de dejar al descubierto el mayor numero de sepulturas, para luego excavarlas sistemáticamente, en total se descubrieron 27 sepulturas de diferentes tipos:
a) Sepulturas excavadas en las rocas cubiertas por lanchas de pizarra de 1,35 por 0,66 m, de media aproximadamente, en cuyo interior se encontraron restos importantes de clavos, lo que nos indica que el muerto fue introducido en una caja al ser enterrado, dichos clavos son aproximadamente de 6 a 7 cms de largo, con una sección aproximada de 5 o 6 mms. Dichos clavos son de hierro. (figs 3, 4 y 5).
b) Sepulturas también cubiertas por losas de pizarra en las que no se encontró clavo alguno, por lo que se deduce que el cadáver se enterró sin ser introducido en una caja.
c) Sepulturas de incineración, en las que el muerto fue quemado en el mismo lugar del enterramiento; esto se deduce al haberse encontrado restos óseos a medio quemar, prácticamente petrificados y donde se encuentran también restos de carbón.
d) Sepulturas de incineración en las que el cadáver se quemo fuera, en otro lugar y los restos de cenizas se llevaron a la sepultura. En estas no se halla ningún trozo de carbón.
Además de estos tipos de sepulturas que hemos encontrado, los romanos utilizaban otros tipos: la simple fosa, la gruta, la gripta, el columbarium, el ara, la estela, el cipo, el mausoleo; son los tipos que, según las circunstancias y condición de las personas, las costumbres o las modas se construyeron en el imperio romano. Según la escasez o el lujo, así se definieron los romanos para honrar a sus muertos. De esta forma se hicieron sepulturas en España, siendo de advertir que en un principio emplearon los dos sistemas de sepulturas: la inhumación y la quemación, la cual prevaleció desde el siglo II.
Son numerosísimas en España, las más modestas formas monumentales: simples lápidas, aras cuadrangulares, estelas o cipos de forma cilíndrica. El interés de estos monumentos pequeños está en sus inscripciones encabezadas con la consagración a los dioses Manes, y con curiosos detalles referentes a las personas, de su naturaleza, de sus cargos magistrados, ejercicios o profesionales, y con sentidas expresiones a veces de carácter conyugal o filial. Los ejemplares de estos monumentos, de piedra o mármol, son abundantes en los museos; las aras, a veces en forma de templete, con un frontón y acroteras, tienen en su parte superior la concavidad redonda para el sacrificio. Algunas estelas o cipos están adornados con relieves, que consisten en el gusto del personaje difunto o alguna representación alusiva. Son, en suma, por sus forma arquitectónica, sus epígrafes y adornos, monumentos sepulturales en pequeño, y por lo general monolitos.
De los primeros tiempos hay monumentos de carácter indígena, como las figuras de granito, de toros, jabalíes, etc, peculiares de la Celtiberia entre las cuales las de Ávila, y en esta misma provincia los toros de Guisando, tienen inscripciones sepulcrales romanas, por lo que Hübner formuló con acierto la hipótesis de que se trataba de formas sepulcrales indígenas, todavía respetadas en tiempos de Augusto.
Incontables son en España los hallazgos de modestas sepulturas romanas, constituidas por una fosa, por lo común revestidas de piedra y cubierta con otras piedras o con baldosas, y en su defecto con tejas planas, a veces dispuestas en tejadillo a dos vertientes, en esta forma se encuentran por lo común muchos objetos.
Era costumbre obligada por la ley de las doce tablas, establecer las necrópolis o cementerios a la salida de los poblados.
Mausoleos se conservan pocos, los hay de dos tipos comunes a todo el Imperio: en forma de torre y en forma de templo, cuyos respectivos orígenes son fenicios y griegos.
Los enterramientos de incineración descubiertos en Berzocana, están rodeados de piedras clavadas de canto, menos en una de las dichas piedras estaban puestas de plano, formando una especie de elipse, lo mismo en un tipo que en otro.
En estas sepulturas se encuentran unos clavos muy pequeños en forma de tachuelas (Fg. 6) que podrían pertenecer a manoplas o espinilleras de cuero del individuo allí enterrado, estos pequeños clavos podían servir, bien para coser dichas manoplas o espinilleras o bien para hacer marcas y adornos.
En una de estas sepulturas apareció un cuchillo (Fg. 7) y en otras, dos especies de punzón (Fg. 8) cuyo uso no se ha podido deducir hasta ahora, éstos están muy deteriorados por el óxido ya que hace 2.000 años que están enterrados allí. Estos utensilios son de hierro ya que en la península Ibérica había desde siempre buenas fundiciones de armas y bronce. En otra sepultura apareció una moneda, un As (Fg. 9). En algunas monedas se representaban emperadores y en la época de guerras se representaban armas. En esta moneda no se ha podido apreciar lo que tiene inscrito, y que está muy deteriorada por el paso del tiempo. Estos son los únicos restos metálicos que se han encontrado hasta el momento, a excepción de una horquilla de plata. (Fg. 10).
En casi todas las sepulturas, lo mismo de inhumación que de quemación, han aparecido objetos de barro cocido de diferentes tamaños y formas. Hay pequeños pucheros, platos y basos, todos ellos de barro.
Las villas producían todo lo necesario para el consumo de los asentados en el latifundio. Debieron de existir alfares locales, no localizados aún, propios de una industria de cerámica privada. Se han descubierto también dos cuencos de "tierra sigilata"; esta sigilata, durante el siglo II se circunscribe a la Meseta, principalmente en su mitad Norte, lo que indica que las fábricas se encuentran por esta zona, y debido a que no se han encontrado restos en la costa mediterránea, nos indica que no se exportaban sus productos.
Al mismo tiempo, se entrecruzan en la península otras dos potentes corrientes ceramistas, llegadas de fuera, que debieron ser pronto imitadas en la península: una de supuesta procedencia norteafricana, es de cerámica de color rojo y formada por grandes piezas con motivos estampados en el fondo; esta cerámica estampada se localizó más bien en la costa, pudiendo pertenecer a talleres hispanos, influidos por los prototipos de Cartago.
Volviendo a los objetos encontrados en los enterramientos, se han encontrado también dos pequeñas copas de cerámica muy dura, grisácea, de origen griego y que se supone que fueron importadas de Ampurias. Además un unguentario de vidrio verdoso, cuya utilización era para echar polvos o líquidos que servían para el maquillaje de las mujeres, y una copa de vidrio blanco y transparente que prácticamente está reconstruido en su totalidad. En esta sepultura donde se encontraron la copa y el unguentario de vidrio apareció también una pulsera de vidrio de color oscuro.
Al otro extremo del cementerio, como a unos 300 metros de él, encontramos lo que parecen ser unos almacenes por la forma de las paredes y por los restos de cerámica que pertenecían a grandes tinajas.
Como curiosidad, podemos citar el descubrimiento de un trozo de tinaja labrada (Fg. 11), en la que se observa que el hombre que la realizó era zurdo, esto se deduce porque lo normal sería que el hombre al labrarla con la mano derecha por medio de un molde, tendría que sujetar el interior de la tinaja con la mano izquierda para que esta no se hundiese, ya que el barro tenía que estar blando para poderlo labrar, pero se comprobó que al poner los dedos de nuestra mano izquierda sobre los que hay allí señalados, vemos que no coinciden, entonces se pensó el motivo y después de varias observaciones surgió la idea de poner los dedos de la mano derecha, viendo que estos si coincidían. Por este motivo se deduce que el hombre que la realizó era zurdo, ya que si llega a ser normal, lo hubiese hecho al revés, o sea, sujetando la tinaja con la mano izquierda y haciendo el moldeado con la derecha.
Otro hecho curioso, es que casi todos los objetos descubiertos en las tumbas, poseen un agujero en el fondo; se cree que esto es debido a que los familiares al enterrarlos con los muertos no querían que los posibles ladrones robasen los objetos, debido a esto quedaban inutilizados al ser enterrados.
En otros descubrimientos posteriores, aparecieron dos hojas de cuchillos, pesas de barro cocido y el fondo de vidrio de otras copas y vasos.